lunes, 15 de abril de 2024

 


II



"Cuando amo a Dios, soy el oído por el que Él oye, el pie con el que Él anda, la lengua con la que Él habla".

Es un cuerpo  femenino el receptor de todo el  elemento divino...  Una mujer poetisa, una mujer nacida en Basora. Sus versos surcaron los aires turbulentos del nacimiento del Islam.

Rabi'a al-'Adawiyya o Rabi'a al-Basri (Rabía de Basora), mujer devota de la corriente mística del “Amor Divino”, una poeta sufí temprana que la historia olvidó por  mucho tiempo. Una mujer que carga en sus hombros los tópicos de muchas otras místicas de distintas religiones: una vida de penurias y ascetismo, pretexto es la vida para padecer, buscando desesperadamente un Estado de Realización.  ¿Un paralelismo de tópicos místicos femeninos en distintas religiones? ¿Acaso Dios no es el mismo, el Uno, el indivisible?

 Poemas de una mujer que fueron atribuidos a una mano masculina; pues la mujer Sufí, según los exégetas antiguos, al igual que la mujer cristiana y la judía no estaban capacitadas para escribir de Dios… no estaban capacitadas para sentir a su Dios… olvidando que el hombre esta hecho de barro ¿Acaso la arcilla fina puede sentir? preguntarán ellas…

 

¿Puede una mujer experimentar el secreto de lo divino?  El Jeque Hasan al-Basri le pregunta; ella, la mujer de Basora le responde: "Tú sabes del cómo, pero yo sé del sin-cómo."

Al Dios de los hombres se le teme, al Dios de las mujeres se le ama:

 

¡Oh, mi señor!

Si te amo por miedo al Infierno, quémame en el infierno

Y si te amo por la esperanza del Paraíso, exclúyeme de él.

Pero si te amo por Ti mismo,

no me apartes de Tu belleza eterna”

 

Las escuetas biografías de mujeres Sufíes poco a poco van llenado los estantes de las bibliotecas universitarias, creo que tarea imposible es encontrar un común denominador femenino de la necesidad espiritual de estas mujeres. Dirá la doctora  María Teresa Arias Bautista: “lo que las une es el llanto por la lejanía de su Dios y las llamas en que se abrasa su alma con el encuentro divino”.


Pero la mujer mística es tan diversa, que corremos el riesgo de olvidar que antes de mística es mujer terrenal.  Que al colocarles la etiqueta de místicas, consciente o inconscientemente, les arrebatamos sus atributos más importantes, continua la Doctora María Teresa: “Las hubo solteras, casadas y viudas. Jóvenes, viejas e incluso bebés, si nos atenemos a algunos relatos. Las hubo ricas y pobres, vagabundas y mendigas, libres y esclavas. Supervivientes gracias a los manjares enviados por la divinidad o trabajadoras dedicadas a diferentes oficios con los que se pagaban su sustento. Con filiación conocida o desconocida, incluso de algunas ni siquiera se conoce el nombre. Ascetas y místicas, hacedoras de milagros cultas e ignorantes, reconocidas como santas y sabias o tenidas por locas. Alejadas de la comunidad o insertas en ella, con discípulos o sin ellos"

Para rescatar la Historia de la mujer, han comenzado ellas mismas a rescribirse, a rastrear su genealogía. Si queremos aprender de la Historia de la mujer, es importante comenzar por verlas como terrenales, antes que Santas o  maestras Sufís.  Es importante desprender la mira masculina de todo principio etéreo, moral y espiritual que las sofoca, la mira masculina que las reduce a fenómenos  y aprender de sus vidas y hechos más singulares para lograr así entender sus hechos más particulares.  

El problema de  toda praxis femenina es qué, continuamente, es la mirada masculina las que  juzga sus acciones,  “acciones que fueron examinadas estrictamente sin que se encontrara en ella, en algunos casos, ningún fallo, excepto que era de mujer”.

¿Bajo qué fuentes se debe comenzar una investigación en torno a la mujer Sufí?  Si casi todos los historiadores, cronistas y oradores fueron hombres ¿Dónde quedaron las mujeres que también acompañaron al Profeta Mujámmad? ¿Dónde quedaron las mujeres que abrigaron en sus corazones lo indefinible, lo que únicamente admite ser “vivible”?  Así  como el Islam abrigó la mística Sufí...

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