sábado, 20 de abril de 2024



Para explicar esta relación mujer-serpiente, al igual que con todos los asuntos relacionados con el cuerpo femenino, existían dos teorías: la de los clérigos-filósofos y la médica. No obstante, por circunstancias propias de la época, tienden a mezclarse dentro de un mismo discurso. Quizá el elemento en común más importante de cada una de estas teorías es la menstruación. Así como la investigación sobre el esperma femenino, la menstruación se configuraba como una incógnita para el mundo medieval, aunque sobre ésta, es claro, no se discutirá su existencia, pues era un hecho.

Las menstruaciones eran llamadas flores pues, “de la misma manera que los árboles no producen frutos sin flores, así también las mujeres sin flores se ven privadas de su función de concebir”. Justamente esa metáfora de las flores constituía la primera función atribuida a la sangre menstrual, la de concebir. Es pertinente aclarar que dicha atribución no se entiende de la forma actual, para ellos la sangre tenía varios cometidos, dentro de ellos alimentar al feto mientras estaba en la matriz de la madre y como humor femenino expulsar residuos e impurezas.

La segunda función está directamente relacionada con la simbología de la serpiente y la expulsión de dichos residuos. La mujer en el periodo menstrual se hace más impura que nunca, la eliminación de las superfluidades de su organismo es análoga a la expulsión de veneno, enfermedad y muerte.

¿Qué hacen las serpientes? Engañar, morder y envenenar. ¿Qué hacen las mujeres? Tentar, obligar a pecar y envenenar. Ellas “muerden y matan como una serpiente. Los orígenes mítico-religiosos de la fisiología medieval crean una certeza sobre la relación del periodo menstrual y la transmisión de veneno, en especial a través de los ojos, los cuales revelan el interior. Se creía que durante ese periodo, la mirada de las mujeres poseía capacidades atroces, por ejemplo, en el Tratado sobre los sueños, citado por Jean Jacquart y Claude Thomasset, se dice que “en la superficie de los espejos perfectamente limpios se forma como un vaho sanguinolento si las mujeres dirigen su mirada sobre ellos durante la menstruación”. Es interesante ver cómo de esta certidumbre surge uno de los monstruos del bestiario medieval: el Basilisco, que se sabe, puede matar con la mirada. Por otra parte, enfocando esta simbología serpiente-mujer desde las representaciones artísticas, es posible ver cómo en la mayoría de casos serpientes tienen rostros femeninos. La Iglesia se valió del arte para ilustrar los miedos y pecados, y como las personas no sabían leer, la mejor solución para penetrar su discurso fue a través de las palabras, representaciones e imaginarios. El pecado tendría siempre rostro de mujer…

 

Fragmento del ensayo: Cuerpo de mujer, fantasía de pecado,

De Marcela María Arango Carballo.



 

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